Los productos cosméticos antes de su puesta en el mercado son sometidos a una evaluación de la seguridad para la salud humana, teniendo en cuenta el perfil toxicológico de cada uno de los ingredientes, el modo de aplicación, la información del etiquetado y la población a la que va dirigido el producto.
Esta evaluación debe demostrar que el producto es seguro para su uso normal o razonablemente previsible. Sin embargo, la seguridad del producto en otras condiciones de uso no está garantizada.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) a través del Sistema Español de Cosmetovigilancia recepciona, registra, evalúa y hace un seguimiento de todos los casos de efectos no deseados relacionados con productos cosméticos que le son comunicados.
Tras el análisis de los casos de los últimos años, se observa que cierto número de casos son debidos a un uso inadecuado de los productos cosméticos por parte de los consumidores. Aunque estos casos son una minoría, pueden evitarse siguiendo unas pautas generales de buen uso.
Se pueden distinguir dos situaciones en el uso inadecuado de los productos, por un lado el mal uso del producto en sí, y por otro lado, malas prácticas asociadas al uso de estos productos.
Mal uso del producto cosmético:
Se da esta situación cuando el consumidor consciente o inconscientemente no tiene en cuenta la información suministrada por el fabricante en el etiquetado del producto, lo cual puede suponer un riesgo para su salud. Ejemplos de estas situaciones son:
- No seguir el modo de empleo indicado en el etiquetado.
- No considerar las advertencias indicadas en el etiquetado.
- Utilizar el producto para un fin distinto al previsto por el fabricante.
- No respetar la fecha de duración mínima o el plazo de utilización del producto después de la apertura (PAO), indicado en meses o años dentro del siguiente símbolo:
Malas prácticas asociadas al uso de productos cosméticos:
Se da esta situación cuando el consumidor aplica determinadas prácticas muy extendidas que, si bien parecen inofensivas, modifican las características que los fabricantes han considerado al realizar la evaluación de la seguridad de sus productos. Esto puede afectar a la seguridad de los productos cosméticos poniendo en riesgo la salud del consumidor. Las más habituales son las siguientes:
- Diluir el producto: A menudo se diluyen los productos cosméticos con el fin de aumentar su volumen, mejorar su fluidez o rehidratarlos. Está practica puede contaminar microbiológicamente el producto y afectar negativamente al conservante al diluirlo. Además, también puede afectar a la eficacia, seguridad y a la estabilidad de la formulación.
- Mezclar productos distintos que no están destinados por el fabricante a mezclarse: La seguridad del producto resultante no puede asegurarse, dado que sus ingredientes pueden reaccionar generando otros no identificados, y por un efecto sumatorio alcanzarse niveles no seguros de ingredientes comunes.
- Trasvasar el producto a otro recipiente: Al trasvasar un producto cosmético se corren dos riesgos, el primero es que se pierden las garantías de información del fabricante como la lista de ingredientes, las advertencias, el modo de empleo y la trazabilidad al carecer de Además debido a la manipulación se incrementa el riesgo de contaminación microbiológica.
- Rellenar dispensadores comunitarios no reutilizables: Esta práctica tiene los mismos riesgos que la de trasvasar un producto a otro recipiente, se pierden las garantías de información e identificación del producto que figuran en el etiquetado, y se incrementa el riesgo de contaminación. Una vez acabado el producto, los envases deben ser eliminados, su reutilización no garantiza un uso seguro, pudiendo poner en riesgo la salud de consumidores.
- Conservar los productos inadecuadamente: La exposición a temperaturas extremas o a la luz solar directa así como no cerrar los envases o que estos estén sucios, puede afectar tanto a la estabilidad como a la seguridad del producto.
- Compartir productos cosméticos que pueden estar en contacto con fluidos orgánicos y mucosas, como lápices de ojos o barras de labios: Este puede ser el origen de la trasmisión de enfermedades infecciosas como, por ejemplo, conjuntivitis o herpes.
- Utilizar el producto con las manos sucias: Especialmente cuando el envase permite el contacto directo del consumidor, como es el caso de los tarros, ya que se incrementa el riesgo de contaminación microbiana del producto.
Decálogo para el buen uso de los productos cosméticos:
- Leer el etiquetado, siguiendo el modo de empleo y prestando atención a todas las advertencias y precauciones.
- No utilizar el producto para un fin distinto al previsto por el fabricante.
- Respetar la fecha de duración mínima o plazo después de la apertura: indicado en meses o años dentro de este símbolo:
- Conservar los productos adecuadamente, mantener los recipientes limpios y bien cerrados evitando la exposición a temperaturas extremas o luz solar directa.
- Lavarse las manos antes de usar el producto.
- No compartir productos que puedan estar en contacto con fluidos orgánicos o mucosas, como lápices labiales o de ojos.
- No mezclar productos distintos ni agregarles ninguna sustancia adicional a no ser que lo indique el fabricante.
- Evitar el trasvase de productos no destinados por su fabricante para tal fin.
- En el caso de dispensadores comunitarios no reutilizables, desecharlos tras haber consumido su contenido.
- Tirar los productos que presenten alteraciones en su color, olor o consistencia.
Notificación de efectos no deseados
Se recuerda que los efectos no deseados atribuibles a la utilización normal o razonablemente previsible de un producto se deben comunicar al Sistema Español de Cosmetovigilancia.
Los consumidores y los profesionales que utilizan o aplican productos cosméticos pueden notificarlos de manera voluntaria. Su colaboración es esencial para la detección de potenciales riesgos de los productos cosméticos.
Las personas responsables, los distribuidores y los profesionales sanitarios (médicos, odontólogos, farmacéuticos, enfermeros, etc.) tienen la obligación de notificar los efectos graves no deseados. También pueden notificar voluntariamente efectos no deseados que no cumplan criterios de gravedad.
Si tiene conocimiento de algún incidente relacionado con el uso de un cosmético, notifíquelo a través del portal NotificaCS. Su colaboración notificando es esencial para tener un mayor conocimiento de estos productos y velar por su seguridad.